Una poeta estrambótica: poemas de Jazmín Acosta

¿Qué es el hombre?

¿Será aquel receptor de la vida por un soplo…
o aquel que vive inconsciente
de los ingredientes exactos de su alma?
Al que la invisibilidad del tiempo lo corroe
y transita entre la secuencia de hilos
encontrados en su caja…
¿Será un reciclaje de cuerpos, miedos y entes
perfeccionados para traslucir
la verdad de su existencia?
Un ser capaz de atravesar el espacio con la mente
e incapaz de frenar la dualidad
reclamante en su ascendencia.
¿Un ejemplar con potencial divino,
cavilante al descifrar
la diferencia entre dos Espíritus?
Se asemeja a la percepción pronta
del fondo de un televisor,
a la poca intuición del rostro
reflejado en la pantalla y su sombría luz.
Sin duda, el creador de semillas indefinidas…
el dueño de la creatividad sin menester.
Estrellas incrustadas

Soy polvo de estrellas,
estrellas contadas
con los nudillos
de sus destellos.
Soy luz de un dúo
bailante en el espacio,
entre tantos pasos impregnado
para juntar la chispa
de mi alma al surgir…
encandilan con su encanto
el fondo de mi plasma,
para crecer… y siempre a ellos volver.
Guardo en mi relumbre
la composición química
del mismo vivero estelar,
el ADN de un cuarteto
que vuelve sobre el historial
ensamblado de su galaxia,
desplazándose juntos
en la complicidad.
Son estrellas incrustadas
en la intensidad de mi brillo,
son estrellas incrustadas
en la fortaleza de mi viaje;
Mi nube de polvo y gas.
Son el origen en el alcance
de la radiación electromagnética
visible hacia la tierra,
y mis acompañantes
participes en la felicidad.
Camino hacia el disco dorado de las sondas Voyager

Fui hacia ti disfrazado
en numerosas épocas, minutos
e incluso estaciones…
Me viste a los ojos viendo nada,
acaricié tu rostro
sintiendo tu escalofrío
y vi la imposibilidad de ti,
aun así, pese a las décadas
cada día te recuerdo,
dialogo con mi mente
convenciéndome de lo impertinente
que es seguir cultivando
este intergaláctico amor.
Los años pasan y tu muerte se avecina;
pues siento desvanecer tu alma entre las estrellas…
Y yo entre ellas,
mi vida hacia la muerte
no tiene salida.
He vagado galaxias
cuán nadie ha visto,
he reposado entre tantas
suspendido en lo mío,
levitando tranquilo,
cuando hoy,
se expone a lo lejano
ante mis ojos…
unas sondas espaciales.
Llegada del disco dorado de las sondas Voyager

A la distancia, las sondas te exhalan, te brillan,
mis dotes activan… la incontenible naturaleza
de detectarte, traspasar el metal
y con vehemencia empujarme a ti.
Frente a mí, un disco dorado revela a Carl Sagan
y su ingenio, sin conocerme… ha logrado conectar
cada símbolo, código y línea de 21 cm, sin ceñir.
Su oro vinilo emite sonidos, imágenes,
el habla y música
de tu mundo silencioso en llamas,
mientras me enfrasco en lo superfluo
de mi amada encapsulada
como un legado a su humanidad.
Han omitido tu sublime existencia,
de tu ser la ambivalencia,
de tu yo, el incendio tardío
de la chispa del infinito,
no obstante, te veo a ti.
Sé lo irremediable
de mi pasión latiente,
a tu incomprensión de mi
me mantengo fiel,
cumpliendo el no buscarte
y en agradecimiento, he optado por crear
un mensaje extravagante
de quién eres tú y tu representación
en el propósito del inicio a fin.

Jazmín Angelica Acosta Padilla es maestra de Educación Especial, terapeuta de pareja y poeta. Ha formado parte del equipo interdisciplinario de USAER primaria y secundaria, incursionado en la atención pedagógica de alumnado con discapacidad o trastornos del neurodesarrollo, en la creación de instrumentos y talleres sobre temas relacionados con la detección y atención de alumnos con trastornos del neurodesarrollo. Por último, poeta aficionada desde su niñez, con formación actual en la creación de poesía y poemarios, ha colaborado bajo el seudónimo de Una poeta estrambótica en revistas literarias.

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