La concepción de que Mexicali huele a heces ya se ha vuelto popular entre nativos y foráneos. Esta mañana decidí ser peatón e ir caminando por mi primer café del día. En el transcurso a comprar mi droga de elección, me percaté de que, indudablemente, Mexicali huele a caca, pero también huele a suavitel, fritanga y nostalgia.
Me pongo mi cubrebocas para no quemarme con el sol. El calor no muy común en el mes de noviembre quema mi cuero cabelludo. Debí usar gorra. Al caminar sobre las veredas hechas como un collage, algunas de cemento, otras de loseta y otras sin pavimento y bañadas de tierra, me llega un olor instantáneo a suavitel. Alguien en esa cuadra está lavando. Y con un suavitel de calidad. No chingaderas.
No es que haya viajado mucho en mis 25 años de edad, pero ese olor a ropa limpia me hace sentir la seguridad de un hogar. Como que si toco a esa puerta, una señora buena onda me va a recibir con chilaquiles con huevo y un café recién colado y bien cargado.
Fue a la mitad del camino y pasando por una casa con el cerco abierto y olor a fritanga, en donde pensé “supongo que Mexicali no está tan mal”. Dicen que una vez que llegas, no puedes salir de aquí. La comida china, la cerveza artesanal, la Rumo, la frontera.
La bendita frontera y la facilidad de ir por unas hamburguesas del Jack, la satisfacción de gastar un porcentaje de tu salario en el “mol” y en especial, la calidez de los cachanillas al no ser ni de aquí ni de allá. Demasiado encanto para una ciudad situada en un hoyo de calor.
Ya casi llego a mi destino y el buffet de aromas sigue atravesando mi cubrebocas. Chicharrones, tacos, tamales, gasolina, contaminación. El sol cala cada vez más mientras observo la Calzada de las Américas arder. En fin, ¿qué tiene de bueno la tonta Mexicali?
Distancias pequeñas, gente “chila”, los bazares, la prensa francesa de Moulú, las hamburguesas de mi mamá, ¿mi ex? Llego al establecimiento más comercial de café que te puedas imaginar que me hace ser víctima del capitalismo —y a quién no— y pienso, bueno, la tonta Mexicali no está tan mal. Al menos no es San Luis.
-Rebecca Monroe
About Author
También te puede interesar
-
“Roger Waters, Pierre Menard y otras complicidades: algo acerca de The Dark Side of The Moon Redux”, ensayo de Raúl Linares
-
Dualidad simbólica en la mujer
-
La historia de Mexicali en nuestros muros
-
Una experiencia con arte terapia como camino espiritual
-
El Fausto de Marlowe como metáfora de la falsa conciencia marxista
Te felicito Rebe, me encanta como describes a nuestro bello Mexicali.
Yo, al igual que muchos otros, disfruto diariamente de este buffet de aromas, que me hacen amar a mi tierra, mi Mexicali… ☕☕♥️