El maíz, la tierra y la vida

El maíz, la tierra y la vida

Todo lo que duerma bajo un reloj está sujeto a la medida del tiempo.

A los hombres creados de maíz les llegó la sequía indetenible

la industrialización agrícola y alimentaria

la comida chatarra

las dietas bajas en calorías, almidón y azúcar.

La falta de proyectos gubernamentales

indiferencia social

clasismo

racismo.

Manos cansadas

tierra lejana

semilla mutante.

Cuervos, ratas, gusanos, aves hambrientas.

Ningún sacrificio satisface a sus dioses

el plomo baña en sangre los valles y las montañas.

Las hace infértiles.

Los otros claman a la muerte fingiendo la voz que no les pertenece.

Y ella viene fingiendo que cree.

Se disfraza de huesos encima de la piel de niños cafeses

y piecitos descalzos

que los turistas hacen a un lado cuando toman fotografías

            para sus Stories en las redes sociales.

Les roban futuro.

Les matan los sueños.

Infertilizan su tierra,

óvulos,

espermatozoides,

semillas.

Claman sin voz

sus palabras son apagadas como el incienso

cuando termina la misa dominguera de diez de la mañana en la catedral metropolitana.

A los hombres hechos de tierra les llegó la urbanización posmodernista,

maratónica construcción de edificios,

calzadas,

puentes,

avenidas,

bulevares

y aeropuertos.

Muerte por estampida continua

unos encima de otros

siempre corriendo

siempre de prisa.

Inacif por encima de su capacidad laboral

fosas con dos equis

millonarios dueños de funerarias.

Nombres y huesos enterrados tres metros bajo el polvo del que fueron tomados

 y luego soplados.

Noticias las veinticuatro horas.

El titular del día en todos los diarios impresos:

Todos somos asesinos, todos estamos muertos.

Día prestado

Diez metros cuadrados

quinto nivel

humanos borrosos

aire y bandera

partículas blancas que vuelan

y se vuelven pluma en los tres segundos frente a mis ojos

no se detienen, nada se detiene

pero olvidé el reloj

florecitas sin nombre

blancas y rosas y verdes

islas verdes en el mar de cemento y ciudad

calles circundantes atrás de las paredes

tráfico y semáforos, prisa

música sin idioma

nubes grises y esperanzas de lluvia

la plenitud cabe en poco

soy mi bandera

mi lienzo blanco

impregnado de quien se come a las musas

y a los faroles cuando  falla la luz.

Imagen nocturna

Ella es mi otro lado del mundo

enjambre de luces que me dibujan semillas

y fuego vivo en el vientre

pero jamás me será más que el planeta en torno al cual giran mis ovarios.

A veces compra un par de alas

y viene unas horas más cerca de mi piel

pero no tiene motivos para llegar a donde mis barcos hacen nidos.

Soy la estación más lejana de lo que pudiera ser verano

ni mis manos

ni mis pechos

ni mis besos

se parecen al sol.

La imagino y siento hormigas en la comisura de mis labios

me nacen tatuajes en tinta griega

y palabras-cadena.

Mientras, me siento a ver por la ventana

esperando que una loba sople mis puertas

hasta que se abran

y yo deje de hacer el amor con la palabra soledad.

Sandra Yanet Ochóa Álvarez.

            Guatemala, 1992. Periodista y escritora. Sus textos han sido publicados en varias revistas culturales y literarias, sitios web y antologías poéticas de Guatemala y México. También he participado en recitales poéticos en la Ciudad de Guatemala.

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