Una mujer blanca, de lujuriante cabellera, terminó de alistar sus cosas, revoloteando por toda la habitación, expectante por una misiva que recibió. Se acomodó a un extremo de la cama, al lado del balcón, cuando dio inicio a su lectura. Leyó el nombre del remitente e hizo una mirada de extrañeza y burla; era uno de sus tantos pretendientes, particularmente conocido por sus cursilerías y exceso de atención. La carta venía acompañada de una barra de chocolate, la cual no duró tres minutos en su envoltura. Al comerla, su pálida tez se ruborizó de placer y su mente tomaba vuelo hacia donde el dulce éxtasis provocado por el confite, la llevara.
Desde las nubes, recordó quién le escribió la epístola. Se sentía apenada porque de su distinguido grupo de edecanes, solo él sabía sobre su apetito voraz. Más de quinientas chocolatinas le obsequió durante el patético cortejo; recordó, saboreando los deleitantes residuos que quedaron en sus labios, que debía dejar de comer esas golosinas si no quería engordar.
Se sintió mal por ello, por lo que, para distraerse, quiso empezar a leer el contenido, pero algo llamó su atención, la caligrafía de ese sujeto al escribir su nombre. En medio de esa ascensión, llegó una alusión a su cabeza de otras cartas que el susodicho le dedicó. A puño y letra. En ellas, le prometía de todo, hasta la luna. Qué ridículo fue. Otra vez tuvo una sensación de culpa; ella no tenía buena letra, razón por la que guardó las cartas que le escribió y nunca mandó. Cada vez odiaba sus trazos; de nuevo, se sentía mal.
Decidió leer seriamente el mensaje, cuando el viento, que entró por el balcón, la despeinó. Tomó su peine y recordó que ese tipo fue de los pocos que la vio desgreñada al amanecer. El complejo de vergüenza la invadió ya que hizo memoria de todas las mañanas que él la vio sin maquillaje, la manera cómo las pecas resaltaban en su rostro, con lagañas y sin bañar. La mujer blanca sintió humillación porque no quería que nadie la recordara así.
Tomó el peine y comenzó a arreglarse el pelo, y dispuesta a leer por fin el mensaje, accidentalmente, haló más de la fuerza sus enredados cabellos. Su reacción fue un fuerte improperio que llegó a los oídos de sus vecinos. Fue espontánea tal expresión vulgar pese a que, tras respirar hondo, seguía en vuelo, fuera de la órbita.
En su mente arribó una reminiscencia de cómo el susodicho soportaba sus tantas groserías. Ella sintió rubor y llegó a la conclusión de que no era perfecta. Que esos defectos la acomplejaban y que, ante el ojo de sus aspirantes sentimentales, esas deficiencias no debían ser conocidas.
La mujer blanca no tenía los pies en la tierra y pensó que el remitente tampoco. ¿Por qué se fijaría en una mujer tan anormal? Consideró que, a partir de eso y como prueba, lo invitaría a una tarde de onces, dependiendo del contenido de la misiva. Desde las alturas, finalmente vio el recado; era corto, y sonriendo, lo leyó en voz alta:
“Aterriza, eres bella así tal cual”.
Tenía que cumplir con sus palabras, poner los pies en la tierra y reconocer las bondades de su insólito pretendiente. Guardó la carta y con un gesto demente, determinó qué le quería convidar. Decidida, también escribió una misiva en la que daba indicios de una anhelada correspondencia ¡Genial! Sellaron el trato. El aeroplano posaba terreno firme. Departieron delicioso té con galletitas (y más chocolate); así la historia tenía que terminar, ¿no? Descenso lunar, viaje finalizado; toma de tierra, destino la imaginación.
–Iván D. Moreno
Nació en Duitama, Colombia el 3 de diciembre de 1993. Realizó estudios de Licenciatura en Idiomas Modernos en la UPTC. Fue locutor del programa «Rockomotora» de la emisora Radio Semillas. Autor del libro «Cuentos y canciones para futuras generaciones» (2017) y de sátiras como «¡Oh Gloria, Estolidez Inmarcesible!» (2018). En 2019 fue seleccionado por el Fondo Editorial de la Corporación Alejandría en la antología poética «En la cuerda floja» y en la edición 4.5 de la revista Espejo Humeante, publicación latinoamericana de ciencia ficción en la que fue escogido uno de sus textos, junto a otros autores de la región. Sus escritos envuelven temáticas musicales, melodramas, género policiaco y humor negro.