A voz
abre los fuegos
de la materia
habla en mí
no alcanza el tacto
para trascenderla.
No ser nada
de la piel para adentro
fiable prudencia
los pájaros rebotan
entre la pelvis
y el habla.
Las ceremonias creativas
son un huevo de serpiente
sostenido por dos palos
ambas manos entrelazadas
tornan en espiral la sombra
cierran el occidente
que habito y me habita.
Nazca
reciba los nutrientes necesarios para desarrollar su cerebro
siéntase el perro de Pavlov antes de saber que existe algo llamado así
tenga una familia disfuncional
lea siempre cualquier cosa que caiga en sus manos
lea poesía
lea poesía desordenadamente
lea poesía hasta pensar que no hay más nada nuevo por decir
piense en no volver a escribir
sienta la poesía rondar en la nuca
conozca la incineración
use las palabras como bayonetas
tenga amigos y piérdalos
sea genital
invéntese una moral o un dios
regocíjese en el barro y la altura
indague en la intensidad
inmólese
siéntase morir
resucite
entiéndase uno más
descifre el run run del viento.
Patria o Muerte
en la pared
palabras estalactitas
incrustándose
en dudar
sólo dos habitantes por kilómetro cuadrado
algunos
(los menos)
entienden los vientos…
Huesos del esqueleto social
erguidos de ausentes
bailan la música del polvo
descartes de la memoria
enterrados en descampados
el miedo gotea y calla
quedan en fotos los muertos.
David González (Ciudad Autónoma de Buenos Aires ,1979).
Vive en Viedma, Patagonia Argentina desde 1986.
Publica textos y poemas en revistas impresas o digitales y páginas web de Latinoamérica, Estados Unidos y España.
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