Para Freddy.
Él corría enloquecido, respiración entrecortada y angustiosa, huía de su realidad inminente. Sudor profuso, pegajoso, con los ojos desorbitados con cierta expresión de niño asustado; toda la musculatura tensa enmarcada en la vestimenta. Y en la huida se increpaba:
¿Por qué lo permitió?
¿Por qué no hacía frente a esa situación que lo dejaba sin oxígeno? Huir era la opción inmediata.
Desviar la ruta cotidiana, tomar otra calle, desviar en la siguiente esquina. Cambiar el color de paredes y puertas, la indumentaria, número de celular, dirección en las redes. Simplemente huir de ella, que como animal en celo le perseguía. ¡Como perro a su presa!
Él no lo sabía, pero estaba en el nivel más alto de ese juego cómico que jamás le mostró conocimiento teologal alguno. Su celibato lo condujo por la espiral sin retorno al descubrir el tsunami carnal, que después de una treintena de almanaques desconocía. Huía de su mirada, porque allí lo desarmaba; Brazos caídos, piernas temblorosas, zumbido en los oídos, cosquilleo en la ingle, palpitar creciente en sus latidos y zonas erógenas que ella bien conocía y con una contraseña básica todo se disparaba.
Él echaba las siete llaves, pero ella tiraba paredes y puertas con su aliento.
Un soplido que generaba el éxtasis pecador con facilidad inesperada. De nada valía esconderse, ocultarse, intentar imbuirse. Siempre lo hallaría…
Desconociendo el infierno, temiéndole, hacia allá iba.
Sumiso, sin nombre, sin identidad. Allá iba, con gríngolas, una vez más a pecar.
–Maigualida Pérez Paredes es una poeta, narradora y productora radial venezolana que cuenta con una infinidad de trabajos y libros publicados que han sido expuestos en plataformas web y ferias presenciales, sus obras están traducidas en más de cuatro idiomas.