Santiago no usaba las manos sobre el manubrio cuando iba en una calle recta. Como en este caso. Su bicicleta se mantenía en su eje y lo aprovechaba para reproducir su playlist de Rage Against the Machine en el celular. El fuerte sol de agosto no “aturdía” sus ojos gracias a su gorra con estampado de flores, pero se presentaba en el molesto sudor que obstaculizaba su visión.
En cuanto lo observó, puso rápidamente sus manos en el manubrio, pero no pudo evitar pasar por encima del bache.
El golpe provocó que la cadena se escapase de su línea y se atorasen sus eslabones en el piñón fijo de la llanta trasera. La rueda dejó de girar bruscamente y Santiago sintió el latigazo del frenado. Aún así, mantuvo el equilibrio y pudo evitar la caída.
Con los pies apoyados en el suelo, indagó en la rueda trasera. El incidente había provocado que algunos rayos se quebraran y que la cadena se partiera en dos.
—¡No puede ser! —exclamó, y se talló las comisuras de los ojos hasta que ardieron. Llevó sus manos detrás de la cabeza. Tenso la mandíbula lo que casi quiebra sus dientes y sintió que él corazón se le iba al estómago.
Desenfundó su revolver desde la cintura y apuntó directamente a la bicicleta.
—Lo siento Vikla: es la única manera. No sufrirás más. —susurró mientras su mano temblaba. Respiró lo más profundo posible y su dedo se posicionó en el gatillo.
La detonación fue rápidamente callada por los sonidos urbanos de la capital.
–Amisadai es un fotógrafo interesado en la fotografía geométrica y simétrica. Escritor publicado en la antología Tinta Fresca (2018) y dibujante del manga After Vida próximo a publicarse.