Las mujeres maduras regularmente tienen un lunar cerca de la barbilla o una mancha en el cuello. Una mancha como de óxido que los hombres evitan rozar con los labios; cuando a alguno de sus novios se les olvida, un sabor a cobre se queda en la punta de la lengua pero ellas emiten un leve suspiro, ladean la cabeza entrecerrando los ojos y sin pensarlo una mano se acaricia la entrepierna o busca rozar alguno de sus pezones.
Las mujeres de caderas anchas tienen casi siempre chaparreras en los muslos
Tobillos anchos
Deseos incumplidos
Y amargura en los besos del adiós
Su piel blanca tiene un aroma raro y fuerte que a algunos excita y a otros causa estornudos. Ellas cubren su olor con perfumes de catálogo comprados a pagos quincenales en las oficinas grises donde trabajan. Aunque no siempre se den cuenta, tiene algún dedo del pie izquierdo más delgado que los otros; esto las hace renguear con el tiempo y así van recargando el peso de sus amplias caderas y chaparreras en el pie derecho. Después de que cumplen los setenta es más fácil verlas paseando con bastón. Apoyando un pie con dolor que se cubre con una mueca que parece una sonrisa.
Mirando el piso
Sudando sol y desilusión
Cargando un bolso enorme
Un anillo de plata manchado
Una huella de un amor en el corazón
A pasos lentos
Mirando a través de un aparador,
Hasta dar con su silueta para echar a andar con su bastón
Las hay de pechos grandes casi siempre un poco colgados y sudorosos, con un leve vello alrededor de los pezones. También las hay con pechos pequeños pero redondos, con pezones infantiles que no necesitan sostén. Sus orejas suelen ser o muy pequeñas o muy grandes pero invariablemente manchan el oro y la plata. A ellas les va bien el plástico, la fantasía chillante, las cuentas falsas.
Aunque casi siempre después de mirarte te olvidan, esas mujeres tienen mucho odio y fantasías; les encanta, por ejemplo, mirar los posters de las vulcanizadoras, las tarjetas en los parabrisas de los autos, los anuncios de los conciertos, pero siempre se quedan calladas por mucho tiempo y al final, solas.
-Shairan Reyes es licenciada en historia por la UNAM. Nació en el Distrito Federal (ahora CDMX), México, en marzo de 1990, historiadora de formación, docente por vocación, servidor público por accidente y también fortunio, amante de las letras, el vino, el tabaco, el café y los perros. Fotógrafa chafa, poeta incipiente y de clóset. Algunos de sus poemas han sido publicados por Axolotl Magazine (CDMX, México), Melancolía Desenchufada (Puebla, México) y Herederos del Kaoz (San Francisco-Barcelona).
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