Hace algunas semanas presenté síntomas del Covid. En mi trabajo, la Facultad de Artes de la UABC, me mandaron a mi casa a trabajar en línea y me agendaron una cita para hacerme una prueba para determinar si tengo el virus o no. En Mexicali éstas se hacen en la Facultad de Medicina que posee una unidad móvil para hacer las pruebas. Se trata de un camión adaptado para este propósito. Llegué puntual a mi cita, y ahí me encontré con un compañero de trabajo que también tenía síntomas. Después de esperar nuestro turno, nos pasaron a la unidad móvil para recibir el temido hisopo de algodón que entraría por nuestras narices hasta casi el cerebro.
Sin embargo, algo llamó mi atención y no he podido dejar de pensar en ello hasta el momento. Por dentro, el camión estaba decorado con algunas pinturas, supongo para amenizar el estéril ambiente clínico y ser más amigable con los pacientes. En ocasiones los lugares de salud pueden ser un tanto fríos e intimidantes por sus paredes blancas y parcas, así que colocar arte es una buena forma para aliviar esta situación.
En una de las paredes estaba colgada una impresión de la pintura “Olive garden I” del pintor Michael Godard. Mi mente hizo corto circuito. Estas son las desventajas de ser crítico de arte: ves cosas que no mucha gente ve y menos personas le importan. Esa pintura me provocó muchos sentimientos encontrados. No creo que debería estar ahí, al menos no encaja.
Michael Godard es un pintor estadounidense nacido en California y que actualmente reside en Las Vegas. Se autodenomina el “rockstar del mundo del arte” y su vestimenta parecida a la de rockeros como Slash de Guns n’ roses corresponden con esta denominación. Sus pinturas son muy reconocibles porque están pintadas sobre terciopelo negro. Esta es una técnica que inició aproximadamente en el siglo XIII en Europa y continúa en uso hasta el día de hoy. Otra característica de sus pinturas es que con frecuencia incluyen como tema aceitunas, bebidas alcohólicas y tabaco.
“Olive Garden I” no es la excepción y muestra unas aceitunas antropomórficas bañándose en un martini como si fuera una pequeña piscina. Esto no es un crimen, pero se siente inapropiada una pintura que promueva el alcoholismo y el tabaquismo. No tengo nada en contra de eso, creo que el arte debe ser completamente libre para expresar lo que quiera, ¿pero es el tema más adecuado para un lugar que se enfoca en la salud? Se siente fuera de lugar.
Y, más allá de esto, es arte kitsch. Es decir, es arte de mal gusto muy a propósito. Es una imagen figurativa, superficial, Las obras de este pintor encajan a la perfección dentro de un casino, un billar, un bar o cualquier centro nocturno. Sus tonos oscuros quedan muy bien en un espacio que estará en penumbra, pero no en un laboratorio clínico. La negrura de esta pintura contrasta completamente con las paredes blancas de la unidad móvil para pruebas Covid de la UABC.
Por otra parte, en Baja California tenemos una ciudad que se destaca por su producción de obras kitsch en terciopelo negro, y esta es Tijuana. Si vamos a poner una obra así, ¿no se podría poner una pintura de algún artista local? Quizá el motivo de la pintura es que Godard ha apoyado mucho a instituciones que luchan contra el cáncer, ya que su propia hija fue víctima de esta enfermedad y falleció a los 16 años. Quién sabe, puede ser. En fin, muchos de estos pensamientos pasaron por mi cabeza.
Cuando ya me retiraba, después de la prueba, les pedí permiso a los médicos de tomarle una fotografía a la pintura. Mi compañero de trabajo era el siguiente para recibir la prueba, y cuando me vio tomarle foto a la pintura me dice: “Ay, Miguel, siempre trabajando”. Así es.
Por cierto, salí negativo en la prueba, por si estaban con el pendiente.