El tejido como nueva forma de arte

El término «tejido» proviene del latín textus, participio del verbo texere “tejer, trenzar, entrelazar”. El diccionario etimológico refiere que el verbo latino texere nos dio tejido y tejido en castellano.

Los artistas nos involucramos en la constante circulación de materiales y experimentación con éstos. Tal es el caso del tejido con la técnica del crochet, para la cual se utiliza un gancho que es fácilmente manipulable. De éstos existe una gran variedad de tonos, matices, texturas, grosores, que se adecúan a la forma de trabajo de cada quien. Creo que es importante mostrar cómo los materiales para el tejido están son utilizados por generaciones más jóvenes como forma de expresión y creatividad. Esto rompe estereotipos sobre los textiles, ya que bordar, coser, tejer se considera exclusivamente una actividad para mujeres y por lo general mayores. Sin embargo, ahora existen jóvenes probando y experimentando este tipo de actividades y materiales. 

Tejer se está convirtiendo en una herramienta de intervención dentro de espacios expositivos como museos y galerías, e incluso en las mismas calles. El estambre, por lo general, es el protagonista de estas obras. Se le está resignificando, está rompiendo su tradicionalidad para volverse contemporáneo. ¿Cómo surgió la idea o la inspiración de que el tejido a crochet comenzara a formar parte de las obras de los artistas? ¿Cómo genera un cambio en esta idea de que el tejido es meramente contemplativo o un hobby? Esto puede responderse al conocer artistas que lo trabajen y podremos ver la versatilidad de este material, y cómo el arte contemporáneo está aceptando estos nuevos materiales ya que estos están en constante cambio.

El trabajar con textiles debe de dejar de considerarse una actividad con género. Si principalmente son artistas femeninas la que lo trabajan creo que se debe a que, en el pasado, manejar este tipo de técnicas era una formación como tal. No elegías aprenderlo, te lo imponían. Entonces nos apropiamos de estas técnicas y las volvemos nuestras, no como imposición, sino como resignificación. Existen materiales para el tejido hechos de fibras naturales como plantas o animales. Estos serían la lana, el algodón, la seda y el lino. Pero como todo, la obtención de estos materiales de forma natural generan un coste más alto, por lo que al avanzar la tecnología ahora se pueden obtener fibras artificiales. Este punto no es muy diferente a los materiales tradicionales para las artes plásticas, los cuales también tienen sus versiones sintéticas.

Pero a través de la historia no vemos obras que trabajen el tejido debido a que era considerado un arte menor, un asunto de mujeres. Sin embargo “tejer no es una extensión de la mujer, por tanto, no es una actividad naturalmente femenina, no es un mandato de género –no podemos catalogarla como un deber, despojando la de la esfera del saber– sino que sería un hacer en la cultura, que pueden practicar tanto hombres como mujeres.” (Contreras, 2017). Se observa que la sociedad cataloga y selecciona actividades para hombres y mujeres cuando realmente no tienen género. El arte textil es uno de ellos, ya no es una actividad específicamente de mujeres o hombres. En la actualidad ya vemos cómo se está rompiendo esa barrera.

Tejer es igual que pintar, esculpir o dibujar: tiene técnica, tiene complicaciones, estructura. Por eso las mismas mujeres están dando visibilidad a este noble material, ya que puede tomar el mismo tiempo que una obra en cualquiera de las disciplinas tradicionales. Su composición puede parecer sencilla pero realmente no lo es. Al igual que una pintura se crea a partir de un concepto, una teorización del color, una composición, un boceto, tejer a crochet es exactamente lo mismo. Se aplica la teoría del color, se trabaja a partir de un concepto, de una composición, tal como vemos en los trabajos de Magda Sayeg.

Magda Sayed – Bombardeo de hilo

Me encanta desplazar material hecho a mano, en su mayoría tejido, en entornos donde aparentemente no pertenece… solo para descubrir que pueden coexistir de manera bastante armoniosa. Entiendo íntimamente las limitaciones de este medio y sigo desafiando. Hay una transformación que ocurre cuando cubro un objeto inanimado con material suave hecho a mano. Esta interacción cambia el objeto sin quitarle identidad ni paralizar su función original. Es esta disposición no planificada del material lo que hace que estos objetos cobren vida, se vuelvan escultóricos e incluso redefinen o reinterpretan un espacio. La exploración del cambio ambiental me impulsa a provocar que el mundo sea un lugar más desafiante, poco convencional e interesante.  

Magda Sayed

Al igual que la pintura comienza a salirse de su soporte tradicional el caballete, el tejido a crochet o estambre también lo hace. Ya no solo se queda “dentro de casa” o en los “suéteres” sino que comienza a intervenir el espacio, volviéndose visible ante las personas, hasta llega a interactuar con ellas. 

Como podemos ver la obra de Sayad genera un cambio. Tal vez no es notorio a primera, sin embargo vista se encuentra ahí, al momento de intervenir una pieza hecha por un hombre con un material que entre comillas es exclusivamente para mujeres. Se observa cómo esta intervención va más allá de lo conceptual, lo simbólico que representa ambos materiales.

Mientras que el bronce, hierro, mármol, entre otros, eran usados exclusivamente por hombres, ahora vemos como un material blando, catalogado como “femenino” cubre esta obra como símbolo de que el material no define a un artista.


Agata Oleksiak
Santa Agata, La Torera

Vemos esto también con Agata Oleksiak al momento de cubrir con crochet la estatua de “El Cid Campeador” hecha con materiales sólidos. se ve esta invasión pasiva del tejido. Muestra que merece la misma importancia que una estatua de bronce, hierro, mármol, entre otros, rompiendo esta barrera simbólica de los materiales, y el cómo se etiquetan. Si bien han sido mujeres las que comenzaron este movimiento donde usan herramientas tradicionales como tejido o bordado, todavía hay un mundo por explorar y romper las barreras de categorizar un estilo, técnica y herramientas, para mujeres u hombres. Ya que este no tiene género si realmente busca crear arte. 

Bibliografía

Bacharaty, D. (2019). Un acto de tejer y destejer la memoria. Los quipus de Cecilia Vicuña y el arte actual. Hart, 5, 195–212.

Karp, C. (2018). Defining Crochet. Textile History, 49(2), 208–223.

Karp, C. (2020). Evolution in Early Crochet. Piecework, 28(4), 46–51.

Contreras, S. (2017). El hilo de Penélope: tejer imaginarios femeninos o el tejido como resistencia en Tengo miedo torero de Pedro Lemebel. Nomadías, 24, 1–13.

Garzón, T. (2020). Tejer sueños, construir realidades. Prácticas de producción de conocimiento para la acción feminista. Liminar: Estudios Sociales y Humanísticos, 19(1).

María Fernanda Balderas Pérez (Maber), es una estudiante de la Facultad de Artes campus Tijuana, tiene 23 años. Actualmente cursa 8vo semestre de la licenciatura en artes plásticas. Su trabajo está enfocado hacia la descomposición del cuerpo, la violencia en el ámbito familiar y social. Tuvo su primera exposición en 2020-2 con el título de Caníbales por parte de Muro Verde. Actualmente se enfoca en la experimentación para llevar a cabo sus proyectos.

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