Encuentros literarios, títulos ambiguos y muchos personajes tristes: entrevista con Elma Correa

Elma Correa, escritora mexicalense y reciente ganadora de la XX edición del premio nacional de cuento Juan José Arreola, concede una entrevista para la Revista Escafandra. En víspera del encuentro internacional de escritores Tiempo de Literatura, aprovechamos para conocer más a fondo su trabajo como organizadora del evento y promotora de la lectura en Baja California. Esto en conjunción con su trayectoria de autora fronteriza que la ha llevado a publicar el libro de cuentos Que parezca un accidente (2018) y ser galardonada por la Universidad de Guadalajara en razón de la obra Mentiras que no te conté, próxima a publicarse.

La primera pregunta es relacionada a Mentiras que no te conté, que es la obra que presentaste para el concurso. ¿Desde hace cuánto tiempo venías trabajando la propuesta?

Dos de esos cuentos los escribí a principios de 2020, antes de la pandemia. Luego pasó el primer semestre de la contingencia y a partir del verano, al ver que no podía trabajar en mi doctorado como quería, me puse a escribir un chorro. De otro modo me hubiera vuelto loca aquí encerrada en mi casa. A principios de 2021 ya tenía los cuentos listos; ninguno de ellos se pensó como una colección hasta que los terminé de modo individual y me di cuenta de que todos tenían algo que podía reunirlos. Me puse a corregir y en el inter apareció la convocatoria en redes sociales. Mi amigo, el poeta Antonio León, me convenció de enviar el manuscrito y pues… mira.

¿Podrías platicarnos acerca del tema o los temas que integran la obra?

Es un libro de ocho cuentos en el que todas las protagonistas son mujeres, son morras norteñas. Todo transcurre aquí en Baja California: hay un cuento que ocurre todo en Tijuana, otro en un viaje a Ensenada, otro en el Valle, otro en San Diego… es totalmente fronterizo. Hablo de la multiculturalidad, de la comunidad china, los haitianos, los migrantes centroamericanos, todo en el contexto de la entidad. A pesar de eso, creo que soy monotemática. En este sentido, los temas son los mismos en Que parezca un accidente, mi otro libro. Son personas tristes y solas, chavas neuróticas que están buscando a quién querer y quién las quiera. En este caso creo que fui un poquito más amable con mis personajes, porque tienen una red, tienen amigas y eso las ayuda.

He de suponer que el título Mentiras que no te conté es un cuento de la antología. ¿Por qué escogerlo como el título del libro?

No, de hecho no lo es. Me gustan los títulos no tengan justo eso, una relación directa con el contenido del libro. Hice lo mismo en Que parezca un accidente; me gustan los títulos que tienen cierta ambigüedad, que obligan al lector a involucrarse para encontrar los vínculos, que puedan provocar curiosidad pero sin tener una relación directa con el contenido de los textos.

En una nota de la Universidad de Guadalajara, el presidente del jurado del concurso menciona que Mentiras que no te conté destaca por su capacidad de construir atmósferas e interioridades narradas desde diferentes puntos de vista y una pluralidad de voces”. Como la autora, ¿qué nos puedes decir acerca de esta afirmación que describe tu trabajo? ¿La encuentras acertada o percibes a tu obra diferente?

Lo que el jurado dijo acerca de mis textos me parece de una generosidad increíble. Todavía no me creo haber ganado. Creo que en términos técnicos, él se refiere a que cada uno de los cuentos tiene un narrador distinto, pues las historias están contadas desde puntos de vista diferentes. Hay algunos en primera persona, otros en tercera, hay uno en segunda, en presente, en pasado… no hay una uniformidad en la voz de las narraciones.

Leí por ahí que tu anterior publicación, Que parezca un accidente, tomó ocho años para completarse. En contraste con Mentiras que no te conté, que te tomó unos cuantos meses, ¿qué hubo de diferencia entre el proceso de producción creativa de ambos libros?

Híjole, todo y nada. Por un lado, nada porque mis circunstancias siguen siendo las mismas. Me tardé poco más de siete años en terminar Que parezca un accidente porque se me atravesó la vida, la cotidianidad. Soy una morra mamá soltera en este país, de clase trabajadora que tiene que chambear un montón para llegar a fin de mes. En el inter hice una maestría, tuve dos becas… no tenía tiempo de escribir. Además, era un periodo de mi carrera literaria en el que quería estar presente en el medio, que se conociera mi nombre y mi trabajo, por lo que publiqué en muchas antologías y en muchas revistas y como estaba obsesionada con que mi primer libro fuera de inéditos, eso retrasó y retrasó que lograra reunir los trece cuentos que componen Que parezca un accidente. Ahora, en mis circunstancias actuales, todo continúa igual en el sentido de que sigo trabajando un montón y estoy en un doctorado, pero hay dos cosas bien importantes. Por un lado, la experiencia: tengo todo este tiempo leyendo, escribiendo, dando talleres y clases. De alguna manera he desarrollado ciertas habilidades para escribir a contrarreloj, para escribir en mis circunstancias. Por otro lado, la pandemia. Es un poco agridulce, pero sin tener que estar recluida en mi casa y no poder avanzar en mis labores cotidianas, creo que nunca hubiera tenido el tiempo de escribir estos textos. Es extraño.

En Que parezca un accidente tenemos personajes con historias tristes, en Mentiras que no te conté también. ¿Qué es lo que te llama de este tipo de historias y te lleva a plasmarlas?

Por un lado es lo que conozco, es mi experiencia. Creo que la estabilidad emocional y financiera es muy aburrido, no te enfrenta a cosas. Si todo estuviera bien en mis historias y todo estuviera bien con mis personajes, no habría acción y yo necesito eso, una motivación para que ocurran las cosas que quiero contar. Es indispensable que los personajes no estén cómodos y que las historias no ocurran en un entorno agradable. Por otro, creo que es ahí en los momentos difíciles donde es más interesante la exploración de la naturaleza humana, de quiénes somos, de por qué hacemos lo que hacemos.

En la nota de la UDG, das un testimonio del que rescato la frase “hay que escribir sobre lo que nos interesa y no sobre lo que todos esperan”. Se me hizo interesante y poderosa, pensándola no solo para los escritores y escritoras que estamos en el medio sino para los medios mismos que son independientes.

Me parce que es una realidad. Particularmente como autores del norte necesitamos aferrarnos a nuestras identidades, a nuestros deseos y no sucumbir a lo que parece que nos piden los que se han erigido como los centros culturales del país. Lo que ellos esperan de nosotros es un cierto “norte”, una cierta “frontera” que a veces está muy exotizada, que es la que vende. A mí nada de eso me interesa; no es que reniegue de la violencia, en mis textos está muy plasmada porque es imposible que me sustraiga de ella. La vivo todos los días, la habito. Violencia simbólica, violencia estructural, violencia directa… pero a mí no me interesan ciertas cosas que yo sé que es lo que se esperan de la literatura del norte. A eso me refiero con la frase.

En relación a proyectos que gestionas como “habitaciones propias” que se desarrolla en Instagram y que ha contado con mucha participación. ¿Se sigue y seguirá realizando?

Creo que Habitaciones Propias será una cosa permanente porque funciona por sí mismo, es una maravilla. Las morras del mundo están atentas, generosas y dispuestas a compartir sus espacios. Me parece que Habitaciones Propias va a dejar de existir el día en que todas las morras del mundo tengan su propio lugar para trabajar.

Pasando a Tiempo de Literatura, para esta edición ¿qué nos puedes decir acerca del modelo híbrido en el que se está llevando acabo? ¿Es más sencillo o más complicado que la edición totalmente virtual y que la totalmente presencial?

Siempre es complicado. Nunca se nos facilita, ¡nunca! Pero más que complicado (creo que no sería el término), la chamba siempre es mucha porque somos muy ambiciosos. Por ejemplo, en esta edición son 144 invitados de todo el mundo. Si el próximo año volvemos a la modalidad presencial tendríamos que relajarnos bastante, pero me parece que vale mucho la pena. El equipo de trabajo es maravilloso y esto no podría estar ocurriendo sin el respaldo que nos da el departamento de Cultura UABC. Ahora que Tiempo de Literatura forma parte de la oferta que la universidad lleva a la comunidad universitaria y público en general, hay muchos cambios pero todos han sido para mejorar. El hecho de tener un equipo de diseño a disposición del evento y una estructura administrativa que nos ayuda a que las cosas ocurran en tiempo y forma es una maravilla. En la parte en la que me estoy concentrando junto con Antonio León es en todo lo que tiene que ver con el programa y el involucramiento con lo autores. Antonio lleva todo lo que tiene que ver con poesía y yo lo que tiene que ver con narrativa y otros géneros.

El programa de Tiempo de Literatura ya está disponible para que las personas interesadas consulten fechas y horarios de los eventos tanto presenciales como en línea. Pero además de eso, tú como organizadora del evento ¿qué nos puedes decir acerca de qué le esperara las y los espectadores?

Les esperan dos semanas de genialidad. No hay ninguna actividad que sobre, hay de todo. Nos concentramos en que las actividades de los invitados presenciales, más que lecturas o presentaciones, fueran cosas dinámicas que la comunidad aprovechara mucho más, por eso hay tanta oferta de talleres. Como siempre hay mucha participación de jóvenes; nos gusta que Tiempo de Literatura sea una plataforma para la obra quienes van empezando. Para nosotros no hay autores de primera o de segunda, nos parece que todos vamos en el mismo cartel, cada quien con sus especificidades. También este año es el primero que se incluye literatura infantil y juvenil. Nos gusta ser horizontales, por lo que tratamos de ser un espacio de inclusión y de diversidad siempre.


Cierro la entrevista retomando las palabras de Elma: escribir es un acto comunitario y social. No podría reflejarse mejor que con eventos como Tiempo de Literatura, que son para socializar lo que nos gusta leer, pero también lo que nos gusta escuchar, hacer y experimentar. En Revista Escafandra estamos agradecidos con Elma Correa por su tiempo y disposición para elaborar esta entrevista y la felicitamos por el galardón, pero sobre todo por su trabajo constante como cuentista y como promotora de la lectura en nuestro estado. Invitamos a todas las y los lectores a estar atentos al programa de Tiempo de Literatura y a seguir disfrutando de las actividades culturales que nos quedan para estos últimos meses del año.

Priscila Rm

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