Inútilmente horado los cristales De esta prisión con brazos de nodriza Pues la lluvia, obcecada, vandaliza las formas de mis lienzos fantasmales Y obsequian a mi alma los sollozos mil gotas, que en el vidrio se suicidan por rebajar, tal vez, una medida a mi propio estribillo quejumbroso. Entre nosotros media un firmamento y una llovizna de horas rutinarias que impide que con credos y plegarias pueda trocarse el agua sacramento Ya el cielo entinta con su azul celeste nuestro silente abismo y certifica que no siempre la lluvia fructifica porque su exceso roe y enmohece.
Silvia Adriana Setti es profesora en Letras y se desempeña como docente de Lengua y Literatura en el nivel medio. Ha participado de varios talleres literarios y ha publicado poemas en diversas antologías y revistas literarias. Como subdirectora del colectivo “Literatura y artes en el mundo” y representante de Argentina ha participado de varios recitales poéticos como invitada y presentadora.