El clarinetista principal de la Orquesta de Baja California (OBC), Emiliano López Guadarrama, comparte su afición por hacer música con amigos. De ahí parte su interés por la música de cámara, la cual ha practicado desde niño. Es maestro de la licenciatura en música de la Facultad de Artes en Ensenada y ha colaborado con diversos artistas Entre ellos, el ensamble Cuatro para Tango, Café Tacuba y César Olguín.
También, ha participado consistentemente en el “Festival de Música de Cámara”, el cual se realizó por cuarto año consecutivo, este mes de noviembre. El festival nace gracias al maestro Santos Cota, respaldado por el personal académico de la Facultad de Artes, entre ellos el maestro Emiliano. Con el fin de promover la música de cámara, el festival convoca a alumnos, egresados y maestros de la licenciatura a participar en el evento. Este año, el evento fue transmitido por la página oficial de la Facultad de Artes UABC Ensenada en Facebook.
En esta entrevista, converso con el maestro Emiliano López sobre su trayectoria y su participación en la música de cámara.
¿Cuál es la importancia de la música de cámara?
Es cualquier dotación instrumental en un espacio limitado. También se hace música de cámara para grandes audiencias, pero creo que la música de cámara se disfruta más en espacios íntimos. Tiene mucho ritual. Tanto la gente que va como quienes tocan tienen una conexión y una predisposición a ese encuentro, que como ingrediente fundamental se puede mencionar la intimidad.
La importancia de la música de cámara sigue siendo la misma de siempre, pero se añaden dos cosas. Una, que es cada vez más difícil sostener económicamente a una agrupación o a espacios para la música sinfónica. La música de cámara es una alternativa, porque desde un solo instrumento puedes preparar un concierto y es mucho más económico.
La otra es la pandemia. En este momento, la pandemia nos lleva a buscar alternativa para no dejar de hacer música, para no deja de tener contacto con algún tipo de público La música de cámara es lo más cercano que podemos tener como conciertos presenciales, sin que implique un riesgo mayor.
Baja California no tiene orquestas sinfónicas. Existe la Orquesta de Baja California, la orquesta de la licenciatura, algunas orquestas comunitarias, pero no existe la tradición de la temporada de conciertos sinfónicos. No existe una sala en todo el estado que reúna las condiciones acústicas y que soporte una orquesta de cien músicos. Si hay una tradición de concierto en Baja California, es la de música de cámara. La música de cámara en Baja California está mucho más presente que la misma música sinfónica.
¿Que es lo que más le gusta de tocar con otros instrumentistas?
Siempre me ha atraído mucho la idea de tocar con mis amigos, con gente con la que me identifico. A nivel humano, la música de cámara te permite una conexión con el otro sin intermediarios. No es sencillo, al no existir intermediarios como un director de orquesta, la comunicación recae en uno mismo. La comunicación de que tocamos, como lo tocamos, cuando ensayamos, que gestos musicales nos interesa resaltar, que sabemos para compartirlos y hacer una versión juntos.
A mi, que afectivamente me relaciono con la música casi como una medicina, me interesa que cuando hago música con otras personas, haya ese nivel de comunicación. Un nivel más allá de lo superficial. Me gusta conocer a las personas con las que toco, me fijo mucho en sus gestos faciales, en lo que les gusta, lo que saben de la música que vamos a tocar, cualquier dato es importante para mi.
En el plano instrumental, el clarinete es mi avatar. Hay una serie en HBO que se llama la materia oscura. Ahí, los personajes tienen un animal como avatar que es una extrapolación de los humanos. En el caso de los instrumentistas como yo, que tenemos un instrumento portable, se establece una unión casi consanguínea. Cuando tienes una relación así con tu instrumento, cuando es entendido que el instrumento es una extrapolación tuya, tú te conviertes en el instrumento. Emiliano deja de ser Emiliano y es ahora el clarinete el que se impone cuanto estoy tocando.
El clarinete tiene su propia historia, como arquetipo significa muchas cosas. El clarinete está presente en la música folclórica de muchos países. En México se expresa de una manera muy coloquial, en la música de banda de Oaxaca, de Sinaloa, en las danzoneras. El instrumento es un instrumento del pueblo.
Cuando toco, el instrumento se impone con toda su carga histórica. Cuando haces música de cámara, se combinan historias. No solo de individuos, si no de la mixtura de instrumentos. Estos instrumentos se conocen a sí mismos, hay que darles tiempo para que se reconozcan en su timbre, afinación y en sus posibilidades técnicas. Más allá de quien lo toque y que instrumento sea, el instrumento per se es una voz y a mí me gusta combinar mi instrumento con cualquier otra voz.
¿Cuáles son los retos de tocar con otros instrumentista?
Un reto obvio, es el grado de dificultad de la música. Tienes que saber con quién vas a tocar, que información tienes de esas personas para acceder a ese repertorio. Es bien importante saber como elegir el repertorio. Algo que te guste, pero que también sea abordable por el ensamble. Ahí empieza un proceso en el cual hay que ser bien inteligentes para que no se desbarranque. Que por lo menos de aquí al concierto garantices un porcentaje, no solo de efectividad musical. si no de alegría. De algo que te haya gustado hacer y por lo tanto quieras repetir.
Ahorita estoy haciendo música con jaranas. He hecho música con instrumentos raros como el didyeridú, instrumento australiano. Con tambores africanos, instrumentos con afinaciones diferentes a las ortodoxas. Ahí es un gran reto por que los parámetros son otros y empezamos a ver qué otras capacidades tienen tu instrumento.
En cuanto al festival de música de cámara, ¿Quiénes son los participantes y como es el proceso de selección?
Hay que decir que el iniciador de esto es el maestro Santos Cota. En lo que compone y hace como músico, siempre tiene un profundo interés por la música de cámara. El festival fue pensado para que fuera lo más amplio posible, en cuanto a la gente que pudiera participar. Por eso, se piensa en que haya alumnos, egresados y maestros.
La primera selección es muy natural, en el sentido de quienes quieren. Algunos años hay mucha más participación que en otros. Este año. es un año muy especial, por lo que coincidimos en que habría que darle cabida prácticamente a todos. El esfuerzo que se hizo para grabar sus videos y ensayar, es un esfuerzo adicional que vale la pena tomar en cuenta.
¿Cuál considera que fue una de las mayores dificultades para organizar y ejecutar el festival durante la pandemia?
Primero que nada, el nivel de respuesta de los participantes. No sabíamos bien cómo se iba a dar, cualquiera hubiera dicho que iba a ser menor. Pero nos llevamos una grata sorpresa y vimos que es muy parecida a la de otros años. Me parece que la escuela a veces es rebasada por las iniciativas que algunos maestros tenemos.
Aun así, eso no fue una limitante. Tenemos obras que llegaron desde casa. Lo que estamos observando es que los alumnos, egresados y maestros que grabaron desde sus casas son por que les interesa participar, por que ven en la música de cámara un espacio de expresión musical que vale la pena tomar en cuenta.
¿Cómo ha sido la respuesta del público en modalidad online?
Considero que podría haber más movimiento. En mi caso, subí el concierto de maestros a mi muro, puse el póster, la invitación, lo mande a varios conocidos, entonces hay bonitas respuestas. Creo que la estrategia institucional se irá consolidando con el tiempo para darle más cobertura a este evento. Y que en un futuro exista una una planificación con el fin de publicarlo en la Gaceta, darlo a conocer en otras sedes de la facultad de artes y hacerlo extensivo a estudiantes de otras licenciaturas. Pensándolo en el plano interno de la UABC se podría aprovechar increíblemente.
¿En que aspectos considera que la pandemia ha impactado en el mundo de la música?
Creo que es algo que nunca había pasado. Si había habido otras pandemias, pero nunca fueron tan agresivas en términos de que la música y las artes escénicas se detuvieran por completo y que nos volviéramos no esenciales. Es muy triste que nuestra sociedad nos considere no esenciales, cuando sabemos que la música ayuda a muchas personas y lo sabemos por que nos lo dicen cada vez que tocamos. Me parece que la música y las artes escénicas tendrían que ser fundamentales, apoyadas, distribuidas casi como las vacunas.
Y no lo digo yo, lo dicen los médicos. Tanto que hay programas de música en hospitales. Yo mismo he tocado en programas de música para enfermos. La música es esa otra dimensión en la que si no accedemos a ella, estamos verdaderamente perdidos en un mundo bastante triste, que está además en manos de personas que no creen en lo que hacemos. Si no hay música, si no hay arte, nos queda una realidad muy pragmática, muy fría, muy superficial que no alcanzamos a llenar con casi nada.
Nada de lo que compremos, o de lo que ganemos nos va a dar lo que nos da la apreciación estética. El disfrute estético es algo que los humanos han creado para sí mismos. No lo tienen los animales, lo tenemos nosotros para nosotros.
Si me preguntas qué creo que representa la pandemia, representa casi un golpe de muerte. Si nos sentíamos poderosos los artistas porque sabíamos todo lo que acabo de describir, eso que somos todos juntos está sufriendo una agonía. Una agonía en la que, por lo menos yo, he decidido no participar. No me voy a rendir, no voy a colgar el clarinete y yo no voy a cambiar de profesión, por que yo lo necesito. Aunque sea música para clarinete solo, en mi casa, voy a seguir tocando. Y si hay oportunidad de reunirnos en espacios abiertos, separados con cubre bocas, sin ser irresponsables, yo voy a seguir dispuesto a hacer música de todo tipo. Porque un mundo sin música es un mundo en el que yo no quiero vivir.
¿Qué reflexiones o aprendizajes nos podría compartir sobre esta crisis sanitaria en relación al mundo musical?
Ser un poco más espirituales. Lo cual no quiere decir ir más a la iglesia, ni quiere decir exacerbar la creencia en un Dios. Ser espirituales para reconocer más la profundidad del ser humano en otras instancias que no sean las de la realidad pragmática. Cultivarse como plantas. Cuidar la planta que es nuestro cerebro y todo ese mundo interior que tiene que seguir creciendo. No lo podemos detener. No por que no podamos ir al teatro a escuchar música quiere decir que vas a dejar de leer, de platicar sobre cosas profundas, de investigar. Si dejas de hacer eso, dejas de regar la planta de la creatividad que necesitan los compositores y los intérpretes.
Infinitas gracias al Mtro. Emiliano López, por su tiempo y sus palabras.