Parafraseando a Barbara Colio: “El teatro es un organismo vivo y nosotros, los hacedores artísticos, somos biólogos”. Así es como arranca la mesa de diálogo de la XVIII Semana de la dramaturgia contemporánea que se llevó a las 10 horas del día 26 de octubre de este año vía zoom y Facebook live.
Barbara Colio explica que el teatro es un organismo vivo y que los teatreros (que eran en su mayoría en la conferencia) tienen el deber de observar, estudiar y experimentar el teatro desde sus diferentes perspectivas, aun estando en pandemia. Este comentario causó algo de revuelvo entre muchos ya que, a un inicio, el usar plataformas digitales para presentar obras teatrales era un tema delicado y hasta absurdo.
Hace pocos meses se consideraba que el órgano principal del teatro era el convivio presencial entre el actor y el espectador, resumiéndolo a un acto de presencia corporal. Pero frente a la pandemia Covid-19, todos se han visto obligados a pisar el terreno de la incertidumbre y replantearse el significado de, prácticamente, todo.
Han sido tiempos difíciles, de eso no hay duda, y el teatro lo ha resentido pero eso no significa que haya dejado de trabajar y cuestionarse: ¿quiénes somos? ¿quiénes queremos ser? Y, sobre todo, ¿quienes necesitamos ser?
El teatro está al servicio del espectador porque quiere ser escuchado, el teatro quiere involucrarse con el otro y colonizar su cabeza con ideas. Y el espectador, está al servicio del teatro porque en el momento que decide sentarse y presenciar una obra, sin importar la plataforma o el lugar, sin adelantar o regresar la trama con un botón, hace que todos estos factores tengan como consecuencia la entrega física, mental y emocional por ambas partes: actor y espectador. En otras palabras, consiste en entregarse y vivir en los zapatos de alguien más por la duración de la obra. El teatro es el mero acto de la empatía, y esa es la esencia que los hacedores artísticos tratan de rescatar a la distancia, y más ahora que es tan necesitada.
En definitiva, la mesa de diálogo dio mucho para pensar. Pero por ahora, solo resta agradecer al director artístico responsable de este evento, Boris Schoemann, y a sus invitados especiales de este primer encuentro, que sin duda, fue un éxito:
- Talía Yael: actriz, dramaturga y psicóloga, y es fundadora del Colectivo Eutheria Teatro, con el que estrenó la obra Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov.
- Jaquelin Ramírez: Dramaturga egresada de la Licenciatura en Actuación de la Casa del Teatro y Licenciada en Sociología de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
- Servando Anacarsis Ramos: Dramaturgo mexicano. Realizó algunos estudios en la Escuela Nacional de Arte Teatral y a cursado diplomados y talleres con diversos profesores de renombre. Algunas de sus obras conocidas son; La esperanza de un bosque brotando de mi cadáver, bajo la dirección de Martín Acosta (2018) y La herida y la flecha: Requiem para no olvidarte, co-escrita con Marianella Villa.
Para más información del evento y para registrarte a futuros encuentros esta semana visita el sitio web.
–Renee Espinoza.